Hoy aterrizamos en Japón. Tierra del sol naciente y de creencias místicas.
En la cultura popular japonesa hay un estilo poético no muy conocido en occidente que pero tuve y sigue teniendo muchísimo éxito en el país Nipón: la poesía haikú.
Este genero constituye un cambio, una renovación dentro de las estrictas líneas de la tradición poética japonesa.

Restaurante | Creative Commons
Su historia nació de los estudios de la primera antología poética resumida en el año 760 de la Era cristiana y de otra antología de poesía japonesa llamada Korin-waka, compendiada en el año 905. Es justo en esta publicación, y más específicamente en su sección intitulada Kaikai(“poemas libres”), que encontramos por primera vez los Tankas, el genero literario más antiguo de Japón caracterizado por poemas de 31 moras (5,7,5,7,7). Se trata de poemas muy breves y simples respecto a la poesía tradicional de la época.

Dos mujeres con parasol | Creative Commons
Es exactamente desde la publicación de estas dos antologías que nacen nuevas formas de expresión poética. Entre ellas encontramos la Renga que es una variación del Tanka. Tiene 31 moras, compuesta por dos partes, una de 17 (5,7,5) y otra de 14 (7,7).
Este tipo de literatura en el siglo XVII estaba al alcance exclusivamente de nobles y cortesanos.Cuando llegó a ser accesible también a la plebe la burguesía decidió aportar cambios: la hizo más vulgar y creó el llamado Kaikai-renga que significa “renga humorística”.
La Renga está compuesta por 3 primeros versos hechos con la finalidad de que otro autor sigua continuando el texto. Desde este “collage” de estrofas sucesivas se destacó la estrofa inicial de 5/7/5 moras, llamada Hokku o Kaikai-hokku, la cual una vez independizada creyó el genero haikú.

Arbol y Torre | Creative Commons
Sono-jo (Shiba Sonome. 1664-1726)
Violeta salvaje.
Incluso antes de florecer
se distingue.
Se trata de un breve poema enriquecido de elementos de la naturaleza y fórmulas antiguas, ligado al culto animista shinto: la religión nativa en Japón, fundada en la adoración de los kami, o sea, los espíritus de la naturaleza.
De esta manera, cada poema llega a ser un ejercicio del alma y del espíritu, una poesía del placer: versos que saben sin duda exprimir la verdadera esencia del Japón.

Hiroshima | Creative Commons
Ogawa Shushiki (1669-1725)
Cuidado.
La contemplación del cerezo
embriaga.
Despierta
de este sueño
veré el violeta de los iris*
*(Ogawa Shushiki escribió este poema poco antes de su muerte. La vida está representada como un sueño, mientras que la muerte como una nueva y mejor vida. El color violeta simboliza la juventud de la mujer).
El poeta es un observador y al mismo tiempo sintetiza su relación con la naturaleza logrando representar un estado interior sin describirlo. Todo eso a través de una inmediatez de significado absolutamente minimista.
Seifu-Ni (Enomoto Seifujo) (1732-1814)
Quietud.
Una mariposa fuera de la lluvia
vaga en mi alcoba.
Todos duermen.
No queda nada
entre la luna y yo.
Fin de la primavera.
Entre las medicinales artemisias
las osamentas humanas.
Los temas tratados son simples, representados desde una perspectiva imprevista. Gracias al oxímoron, una figura más lógica que retórica que nace cuando se utilizan dos conceptos de significado contrario en una sola expresión, el autor yuxtapone dos imágenes que generalmente no tienen nada que ver la una con la otra, sugiriendo al lector una tercera imagen nueva y creativa.
Los poemas están compuestos por 17 moras, que no son sílabas. Una mora es cada una de las pronunciaciones básicas de que consta el japonés y se utilizan para medir la duración de las fracciones fonológicas dentro de una sílaba. Cincos van en el primer verso, siete en el segundo y cinco de nuevo en el tercero.

El Monte Fuji | Creative Commons
Tagami Kikusha-Ni (1753-1826)
Deseo partir
Peinada de luna
Bajo el cielo errante.
Todo mi cuerpo
En este otoño se siente
Crepúsculo en la lluvia.
En cada poesía hay una alusión a la estación del año y hay muchas metáforas hechas a través de elementos del mundo natural.
La filosofía que domina es sin duda la de la estética japonesa que prefiere un estilo simple y de pocas palabras.
Matsuo Basho (1644 – 1694)
Día de apacible felicidad
el monte Fuji velado
por la lluvia brumosa.
Fuyuno Niji
Pavo blanco
Fiebre
Cuando me levanto al amanecer.

Paseo nevado | Creative Commons
Takagi Haruko
¡Ser un oso
invernando
al fondo de su cueva!
Suzuki Masajo
Noche de escarcha.
¿Cómo dormir
si el mar no duerme?